lunes, 14 de marzo de 2011

SINDROME DEL EMPERADOR


El fenómeno fue descrito y estudiado por un grupo médico encabezado por el psiquiatra Vicente Garrido, de la Universidad de Valencia. Se le llama Emperador, porque al igual que antaño lo hicieron estos personajes con sus súbditos, los niños con esta conducta se comportan como déspotas y tiranos con sus padres. La violencia que ocurre en los niños y jóvenes descritos en este síndrome se presenta más o menos desde los 7 años de edad y es ascendente.

No son  personas mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente... Son los protagonistas del llamado "síndrome del emperador", un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad. Pasan de los insultos verbales a la desobediencia total, a la desconsideración y las mentiras abiertas. Luego, viene la agresión física, el romper objetos de la casa y se dan casos ya de asesinatos.

Este tipo de violencia no es nueva, pero en los últimos años su incidencia se ha disparado: desde el año 2000, los casos de este tipo de maltrato se han multiplicado por seis, con cerca de 6.500 denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado el año pasado. Estos datos podrían reflejar sólo la punta del iceberg del problema, por la resistencia de los padres a denunciar a sus propios hijos.

Razones:
¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres? Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.

Mencionan, entre ellas, el abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y sobre exigencias simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos. Se les educa más en otros entornos sociales que en la familia, algo que no ocurría hace tan sólo una década.

Sin embargo, para otros expertos, aspectos familiares o sociales, como la permisividad o la ausencia de autoridad, no son suficientes para explicar este fenómeno. Por ejemplo: un padre excesivamente permisivo tiene como resultado un hijo caprichoso e irresponsable, pero no un hijo violento. La permisividad puede echar a perder a un niño (hacerse vago, juntarse con malas compañías, cometer delitos), pero si hay violencia es como resultado de un proceso de deterioro personal por falta de educación, generalmente al final de la adolescencia.

Algunos dicen que estos niños son incapaces de desarrollar emociones morales (como la empatía, el amor o la compasión), lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.

El "síndrome del emperador" tiene causas tanto biológicas (dificultad para desarrollar emociones morales y conciencia) como sociológicas, ya que, en la actualidad, se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo. La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más facilidad para exhibir la violencia.

Los escasos estudios realizados en España sobre este fenómeno no permiten elaborar un perfil exacto de las familias que acogen a un niño o joven con el "síndrome del emperador". Sin embargo, los expertos coinciden en una mayor incidencia en las familias monoparentales. La mayoría de los casos se da en madres que vuelven a tener otra pareja. Se asegura que la madre es la víctima en el 87 por ciento de las ocasiones que se produce este tipo de violencia, y que principalmente recibe agresiones físicas, aunque también son habituales las verbales. En el 13.8 por ciento de los casos, el estudio refleja que la intimidación se produjo con un cuchillo o un arma similar.

Otra característica es que esta violencia familiar tiene una incidencia sensiblemente superior en hijos adoptados frente a los biológicos.

Cómo detectar un 'emperador' en casa:
  1.  Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera) auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.
  2. Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece guiado por un gran egocentrismo. 
  3. Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades.

¿Cómo enfrentarse al síndrome?:
  1. Desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones morales.
  2. Establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño. 
  3. Prestar ayuda para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego.
 

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